La calle Moratín de Valencia es, gracias a la arquitectura de los años 60 y 70, una calle oscura y bastante gris. Parece que vive de espaldas a la plaza, que es un poco su patio trasero. Creo que es por eso que me gusta, y también porque es una de mis rutas de sábado tarde cuando era niña.
Al final de calle hay uno de los edificios que más me gustan de Valencia. Me fascina su torre (debe ser genial ver todo el centro desde esa especie de cápsula), y su color amarillo. Siempre me ha parecido un faro por su forma y de alguna manera lo es. Tiene una especie de imán, por lo menos para mi, que hace que inevitablemente llegue hasta su puerta y me quede un rato mirándolo...
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